Misticismo y apertura

Muchos se preguntan cómo concretar esta unión del misticismo y el “despertar” en sus vidas. Un camino humilde sería practicar la atención, la percepción consciente de lo que es. Cuando, con atención, le sirvo una taza de café a un amigo, a mi marido o a mi mujer, a mi invitado, no solamente porque es mi invitado, sino por la taza en sí, por la atmósfera en la sala, esto es el misticismo y el eros.

Un padre lleva a su hijo a la cama y se queda un momento con él junto a la puerta. De pronto, todo se ilumina, acaecen el misticismo y el eros. Siempre es un regalo cuando vivimos estos momentos en los cuales todo está en silencio, en los cuales miramos, percibimos, observamos con detenimiento, en los cuales estamos en contacto con la realidad. Pero también podemos practicar la atención.

En el sacramento del instante, lo visible es la expresión de lo invisible, allí se produce la conexión del misticismo y del eros, allí nos conectamos en lo visible con el Dios invisible, allí, el misticismo y el eros son uno. El monje budista Thich Nhat Hanh habla del camino de la atención o vigilancia y da una serie completa de ejercicios concretos para permitir que esta vigilancia fluya en todos los ámbitos de la vida: Si estoy vigilante y despierto en mi cuerpo, plenamente en mi respiración, solamente una respiración pura, percibo algo del placer de ser uno, del anhelo de fundirme. Entonces, este ser sereno en mi respiración está impregnado completamente de eros: me sucede, por un instante, algo del misticismo y del eros.

A. G.