Misticismo y cotidianidad

 

Otra expresión del misticismo erótico pueden ser las imágenes y visiones interiores. Morton Kelsey dice que una de cada diez personas tiene visiones. Los místicos han vivido muchas visiones, pero al mismo tiempo, critican aquellas personas que se hacen los interesantes con las visiones. Las visiones sirven solamente para intensificar nuestro amor a Dios. Además del fenómeno de hacerse el importante con sus propias visiones, cunde entre muchas personas el miedo de hablar de sus visiones. Se teme ser enviado, de inmediato, al diván psiquiátrico y ser considerado anormal. Algunas personas, que creo bastante sensatas, me comentaron, refiriéndose a sus visiones, que habían visto a Cristo en la Eucaristía o que, de noche, vieron a María o a un ángel en su habitación. Y no tengo motivo alguno para dudar de sus declaraciones. También actualmente se viven experiencias semejantes a las del misticismo de las mujeres medievales. En esa época, podía hablarse de estas experiencias. Hoy es, más bien, motivo de burlas.

 

 

Evidentemente, estas experiencias no son manifestaciones de Dios que deberían incluirse con las revelaciones de las Sagradas Escrituras. Deben ser interpretadas, más bien, como sueños. Son vivencias de la mente, si bien mezcladas con imágenes del inconsciente. No son la única forma de experiencia de Dios ni la máxima expresión del misticismo. Pero son vivencias que profundizan el amor a Dios y que, a veces, recién empiezan a encenderlo. Están marcadas por la fuerza del eros. Si tenemos en cuenta la opinión del Maestro Eckchart o un Juan de la Cruz acerca de estas visiones, podemos dedicarnos, sin temor alguno, a ellas.

 

A. G.