Descubriendo que estoy vivo

Si supiéramos que vamos a morir mañana, tomaríamos plena consciencia y viviríamos intensamente el día de hoy. Disfrutaríamos de cada instante. Nos entregaríamos incondicionalmente a todos los encuentros. Prestaríamos atención a cada palabra que decimos, y sopesaríamos lo que realmente vale la pena decir. Todos sabemos que un día moriremos. Pero preferimos reprimirlo. Esto no marca nuestra vida. Por eso, para san Benito, un importante ejercicio de la vida espiritual es imaginarse la muerte diariamente. San Benito no recomienda este ejercicio para andar apesadumbrado por el mundo, sino para disfrutar de la vida, para tener “placer por la vida”.

Imaginarnos que moriremos significa vivir humanamente, vivir según nuestra existencia humana, que es mortal. Y para mí, significa vivir vigilante y despierto, descubrir constantemente el misterio de que existo, de que respiro, siento y vivo, de que soy único en el mundo, de que hay un aspecto de Dios que solamente yo puedo expresarlo en este mundo. El pensamiento de la muerte sirve para vivir. Le sigo los pasos al misterio de la vida. ¿Qué significa vivir, ser? ¿Cómo se siente la vida? ¿Cómo sabe la vida? ¿Y qué significa ser único, poder transmitir lo que solamente yo puedo transmitir? ¿Qué significa que el mundo me espera a que diga la palabra que me está reservada sólo a mí?

A. G.