La espiritualidad neurótica

La espiritualidad que se basa en el espíritu de Jesucristo guiará hacia la libertad de los hijos de Dios. Transmitirá algo de la libertad que Dios nos depara cuando le hacemos un lugar dentro de nosotros. Al lugar donde Dios habita en nosotros, no acceden las personas ni las exigencias externas. En este lugar, Dios nos libera de la dominación de este mundo, de la dominación de las expectativas y de las exigencias de los demás para con nosotros. Esta libertad no se expresa, sin embargo, en desenfreno, sino en un comportamiento que corresponde al sermón de la montaña. El sermón de la montaña es la expresión de la experiencia de la libertad cristiana y solamente puede ser comprendida correctamente desde ese lugar.

Si somos hijos de Dios y ya no estamos condicionados por las personas ni por su aprobación o atención, seremos libres de toda presión de autoafirmación y podremos actuar tal como Cristo nos dice en el sermón de la montaña. Muchas veces, los principios espirituales sobreexigen a las personas. Esto tiene que ver con un ideal erróneo de perfección. Las personas debemos ser mejores y más puras hasta alcanzar la perfección de Dios. Pero esto es una utopía que maltrata cruelmente el corazón humano. Para poder atenernos a este ideal, debemos excluir todo lo negativo que hay en nosotros y desplazar nuestras propias sombras. Esto desgarra el corazón humano y lo hunde en el miedo y en el temor a todo aquello que aflore nuevamente en su alma. Por más piadosas que suenen estas palabras, logran, sin embargo, lo contrario.

Anselm Grün