Los sueños de los santos

 

En la tradición cristiana el tema de los sueños aparece una y otra vez en la vida de los santos. Así, por ejemplo, san Jerónimo atribuye a un sueño su conversión personal, por la cual pasó de ser un sabio mundano a ser uno cristiano.

San Benito se aparece en sueños a sus discípulos para darles a conocer el plano de su monasterio. Vale decir que se ha convertido en el maestro interior que a través de los sueños los acompaña y guía en su camino. En sueños san Francisco reconoce su vocación; en sueños ve cómo ha de reconstruir la Iglesia de Dios. En primer lugar lo interpreta como una invitación a reedificar la derruida capilla de la Porciúncula. Pero luego advierte con claridad que se trata de una tarea mayor. Cuando se le van uniendo más y más hermanos y solicita al Papa que ratifique la fundación de una nueva orden religiosa, el papa Inocencio tiene un sueño en el cual ve que Francisco sostiene la iglesia del Laterano que amenaza derrumbarse. Y en razón de ese sueño aprueba la fundación. También la fundación de la orden de los dominicos estuvo acompañada de sueños. Santo Domingo sueña con un árbol en el cual se posan pájaros negros y blancos. Pero el árbol es talado. El sueño lo motiva a colocar su orden sobre cimientos nuevos.

Muchas vidas de santos relatan sobre sueños y visiones. Solemos pensar que las visiones son algo especial que sólo tienen los santos. Sin embargo Kesley informa sobre una investigación psicológica cuyo resultado fue que el diez por ciento de la gente tiene visiones. Pero la mayoría no se anima a hablar sobre ellas por miedo a ser tachados de locos. No tengamos miedo de las visiones, porque en ellas Dios quiere aparecérsenos y decirnos algo. Pero tampoco debemos sobrevalorarlas. Los místicos de todas las épocas tuvieron visiones una y otra vez, pero no las consideraron como la señal más importante de su religiosidad.

 

A. G.